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CUANDO YO FUI, SOY Y SERÉ.

 

Una tarde soleada y apacible de junio. Raquel, está sentada en el interior de una cafetería resguardada y pintoresca, de unas de las escondidas calles que se sitúan en el centro de la ciudad marina de Badalona.

Mientras espera la llegada de alguien. Se encuentra perdida en sus pensamientos, aunque mirando de vez en cuando hacia la puerta de entrada para ver si llega su acompañante. Está algo nerviosa, aunque lo lleva internamente, quiere aparentar seguridad en un momento como este... Unos minutos más tarde entra Leuqar por la puerta. Una chica de 18 años, aparentemente algo seria pero tras localizar a Raquel, una sonrisa se dibuja en su rostro. Ahora ambas están sentadas la una enfrente la otra, se miran a los ojos y sonríen. Ambas se sienten cómodas, aunque aún no sepan muy bien de qué deberían empezar a hablar.

 

Este momento podría ser una representación visual de esas situaciones en las que uno mismo conecta con su yo del pasado. Raquel y Leuqar forman parte de una misma persona, solo que en momentos diferentes. Sin vivir, sentir y entender todo lo que Leuqar fue, Raquel nunca podría haber existido.

 

Fui una niña sensible, soñadora, e ingenua. Que se crió en una familia trabajadora, bajo el cariño de una madre cuidadosa, luchadora y empática, y un padre detallista, honesto y comprometido. No tuve hermanos biológicos, pero la vida me los dio igualmente.

Soy una chica aprendiz de cineasta, que coge la inspiración de lo que la rodea, las relaciones que la envuelven y los detalles de la cotidianidad. Soy más segura de mi misma, teniendo más claro lo que quiero para mí y cómo lo quiero.

Seré todo aquello que me haga feliz. Que me haga estar bien conmigo misma y con mi entorno. Conectaré con diferentes artistas para crear arte conjunto. Querré compartir y debatir sobre temas que me interesan como feminismo, sexualidad, tecnología, ecologismo, familia, salud mental, filosofía, y cine. Querré coger todos esos elementos que me interesan, y juntar a personas con la misma pasión y energía, para desarrollar esas pequeñas ideas y hacerlas evolucionar a un nuevo cine. Que nos ayude a saber respetar, amar libremente y sentirnos realizados.

 

La Raquel que fui y la que soy ahora, son versiones que se complementan. La relación entre ambas se trata de un  constante debate en muchas ocasiones. Más aún cuando a lo que dedicas tu tiempo mayoritariamente es a transformar tus vivencias, preocupaciones y visiones en arte. Algo que nace de uno mismo y que está compuesto por todo aquello que fue, es y quiere llegar a ser.

 

Lo que me llevó a estudiar cine podría tratarse en cierta forma de algo casi intuitivo. Una conexión con el cine. Esa sensación que me fascinaba de pequeña al adentrarme en un mundo que me hacía sentir, soñar e ilusionarme. Algo que no entiende de razón, que solo se siente.

Trás años de formación, he podido ver y vivir el cine de forma distinta. Ahora ya no se trata de un amor ingenuo, dulce e idealizado. Mi fascinación por el cine ha cambiado, ahora al contemplarlo lo puedo debatir, criticar, admirar, odiar, compartir y guardar. Se trata de una relación más elaborada y compleja, más consciente y sensata a la vez.

 

Lo más importante es que la decisión de seguir es consciente. La creación de cine requiere de tiempo, dedicación, planificación, conexión, gente, verdad, motivación, errores, cansancio, lágrimas, risas, gestos, intención, y vocación. Verse capaz de transmitir lo que deseas y emocionar o hacer pensar con ello, es un bello regalo. Al final el cine no deja de ser un proceso cíclico de personas e historias impactando las unas a las otras. 

 

El cine como a su vez, es un retrato compuesto de imágenes, bajo la mirada de un director como conjunto de todo aquello que fue, le llevó a ser y camina hacia querer ser.

Ese conjunto de las tres formas es lo que me hace encontrarme aquí, para construir mi visión a través del cine.

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